Ritual

Relatos desde el 32 Encuentro, Chaco
Intentar explicar un ritual chamánico no es el objetivo de este recorte. Este relato es simplemente eso, un recorte de una experiencia subjetiva siendo testigo, en el marco del 32 encuentro de mujeres en el Chaco.
Mi idea inicial era registrar y ser parte del taller de mujeres y pueblos originarios, al que me acerco y comienzo a registrar con la cámara. Escucho a unas seis o siete mujeres de diferentes comunidades exponer su parte, relatos conmovedores, fuertes y necesarios. En pleno desarrollo del taller empieza a sentirse mucho el calor y comienzo a sentir que me falta el aire.
Subo unas escaleras pensando en tener una imagen panorámica desde la altura. Ya arriba, veo una ventana e inmediatamente me asomo y percibo una especie de grito coral, al mismo tiempo que veo un mar de manos apuntando al cielo. Sin dudar bajo y salgo, me llega el aire fresco que necesitaba.
En un sector al aire libre del Instituto San Fernando Rey se estaba llevando a cabo un Taller Chamánico.
Mientras lamento llegar ya empezada la ceremonia, observo un poco desde afuera el círculo de mujeres. Dudo si meterme cuerpos adentro, desconozco absolutamente de que se trata el asunto. Oigo sonidos y veo ojos cerrados, no alcanzo a ver desde mi posición que ocurre en el centro de la ronda y me decido prontamente a entrar.
Una mujer en el centro de la ronda dirige el ritual, las mujeres que la rodean tienen los brazos en alto, se respira un clima profundo e intenso bajo el pleno sol de mediodía de Chaco.
La mayoría están descalzas, algunas eligen estar con el torso desnudo, algunas están paradas y veo mujeres acostadas en el piso. Rápidamente me veo invadida por una marea de emociones. Un instrumento de viento ofrece una base sostenida a algunas voces intercaladas que emiten sonidos, el tambor percute constante y estoy siendo testigo de una especie de trance colectivo. Luego de un rato de esa constante rítmica, la marea emocional y sonora alcanza un clímax y estalla, me llegan sonidos guturales de lejos, mezclado con llantos y gritos que vienen como ecos.
Veo manos, lágrimas, ojos, bocas y todo es confuso, veo la vulnerabilidad y un momento tan íntimo que no quiero fotografiar, guardo y preservo esas imágenes para mi. Veo en gestos la opresión de años exorcizada, veo la violencia inscripta en nuestrxs cuerpxs, veo fotos de dolor. Pero también puedo ver y sentir la sanación del amor, el poder de las manos que tocan, el alivio de las palabras rituales. Veo la sororidad en años pintando cabellos de colores, en brazos como matrices, en pies como raíces y en saberes que miran, de mujeres que rodean con un círculo contenedor y amoroso a otras que lo necesitan.
Lo demás que ocurre y me ocurre lo voy a guardar junto con esas imágenes.
Puedo decir finalmente, que no se que es un ritual chamánico. Sólo se que es imposible ser indiferentes al dolor de nuestras hermanas, no hay vuelta atrás. Y que cuando se refleja ese dolor, te das cuenta que no estas sola, porque lo personal es político.
También se que ese dolor nos enseña que tenemos el poder de sanarnos. Las mujeres hemos aprendido claramente que nos pueden matar, pero nosotras le estamos diciendo al mundo que nos podemos parir, no solo cuando nacemos, sino cuando nos encontramos.
Foto y Texto: @carolunal.fotos para Bondi Fotográfico