Transfeminismo para vivir bien

Una de las novedades que dejaron los resultados de las PASO: la negación de las conquistas y luchas feministas. Y otra que no es una novedad: echarle la culpa a los feminismos cuando algo sale mal. Pobres argumentos.
Por Mónica Macha
Hay algo que sabemos. Cuando algo sale mal la culpa es de las mujeres. Así, cierta parte de la sociedad civil y política, es hablada por el machismo: que hacemos todo mal, que nuestros temas no son importantes, que siempre estamos fuera de foco, que nuestra agenda no mueve la aguja, que el lenguaje, el techo de cristal y la menstruación son tonterías, que los femicidios pasan en todos lados, que a la gente le importan otras cosas.
Creo sinceramente que lo más interesante de ese discurso, de la potencia de ese discurso que hoy circula peligrosamente (porque puede arraigarse, porque puede sedimentarse, porque puede volverse forma de ver el mundo) es que muestra por la negativa la fuerza transformadora del feminismo popular.
La negación de algo no hace más que afianzar su razón, su lugar, su potencia, su centralidad. Entonces cuando nos volvemos foco de ataques es porque saben, quienes nos menosprecian, que el feminismo popular tiene la capacidad crítica y operativa de transformar privilegios y hacer justicia con las violencias por razones de género.